Al Señor de las flores que es pesado, oscuro y con un extraño peinado,
dan ganas de tocarlo y pensar junto a él las historias que podría contar.
Es único como lo son La barca del Rey de los Pájaros y Compadre y Comadre del Carnaval, y como
lo son cada una de las obras aquí presentes. Irrepetibles. Singulares. Complejas.
Imaginadas por Rodríguez y miradas por cientos de otros concurrentes que se
suman al juego de la interpretación, del intercambio.
Posiblemente, el ejercicio radique
en darnos cuenta de cómo se presenta cada pieza/objeto/escultura/dibujo y de las
estrategias con las que el artista narra lo que le preocupa. Los “rastros y
señales” presentes en esta exposición, nos dejan ver, a través del trabajo del
arte, conflictos, historias, identidades, territorios, marcas y urgencias que
aluden seguramente a alguna voz desconocida, olvidada.
Siempre es interesante poder ver el
registro con el que el artista, en este caso, Miguel Rodríguez, transparenta su relación con el mundo que
habita, invitando no solo a mirar la forma expuesta, sino cómo a través de ella,
se desnudan relaciones y situaciones atravesadas por los vaivenes de las
prácticas culturales, la memoria y la historia.
Nada queda librado al azar. Todo se
construye: los actores protagonistas de esta gran escena y su ubicación en el
universo de sentidos e imaginarios posibles.
Resistencia a lo pautado, a lo
pactado, a lo que se impone. La marca de la identidad revela particularidad.
Nos ubica en un nuevo mapa del mundo.
Usted está aquí.
Sandra Mutal
Artista
Mayo de 2012
Córdoba
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